María Gimeno

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Sana’a: La Capital Histórica y Cultural de Yemen

Sana’a, la antigua capital de Yemen, es una ciudad que emana historia y misticismo. Fundada alrededor del siglo VI a.C., se ha desarrollado a lo largo de los siglos como un importante centro de comercio y cultura. Situada a más de 2.200 metros sobre el nivel del mar en un fértil valle en el noroeste de Yemen, Sana’a se erige como un auténtico oasis en medio del árido desierto yemení. Sus calles laberínticas, bordeadas por edificios de arquitectura tradicional construidos con ladrillos de barro, evocan un pasado remoto en el que las antiguas civilizaciones del sur de Arabia prosperaron gracias al comercio de especias, incienso y otras mercancías preciadas.

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Burdeos: el corazón cultural y vinícola de Francia que seduce a los viajeros más exigentes

Burdeos, la joya de la región vinícola de Aquitania, es una ciudad que rebosa historia, arte y sofisticación. Situada a orillas del río Garona, esta urbe francesa cautiva a los visitantes con su impresionante arquitectura, sus rincones encantadores y, por supuesto, su exquisita gastronomía y tradición vinícola. La arquitectura de Burdeos es un verdadero espectáculo para los sentidos. El casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un laberinto de callejuelas empedradas flanqueadas por imponentes edificios de piedra caliza. El Grand Théâtre, con su majestuosa fachada neoclásica, es una joya arquitectónica que no se puede dejar de visitar. Otro punto culminante es la Catedral de San Andrés, una impresionante construcción gótica que data del siglo XI y cuya aguja de 114 metros de altura es visible desde cualquier punto de la ciudad. Pero Burdeos no es solo un museo al aire libre; también es un hervidero cultural. El Museo de Bellas Artes alberga una colección envidiable de obras de artistas como Rubens, Tiziano y Matisse, mientras que el Museo de Aquitania ofrece un fascinante recorrido por la historia de la región. Los amantes del arte contemporáneo no pueden perderse la visita al CAPC Museo de Arte Contemporáneo, situado en un antiguo almacén de piedra. La gastronomía es otro de los puntos fuertes de Burdeos. La ciudad está salpicada de brasseries y restaurantes de todo tipo, desde humildes bistros hasta templos gastronómicos con estrellas Michelin. Aquí se pueden degustar algunas de las mejores carnes y pescados de Francia, acompañados por los exquisitos vinos de la región. Burdeos es, sin duda, el paraíso para los amantes del buen vino. Visitar algunas de las bodegas de los alrededores, como Château Margaux o Château Lafite Rothschild, es una experiencia imprescindible para los enófilos. Pero Burdeos no es solo una ciudad; es toda una región que merece ser explorada. A poca distancia se encuentran joyas como Saint-Émilion, una preciosa localidad medieval rodeada de viñedos y declarada Patrimonio de la Humanidad. O Arcachon, un pintoresco pueblo costero famoso por sus ostras y sus dunas de arena. Y no podemos olvidar las impresionantes cuevas de Lascaux, con sus increíbles pinturas rupestres prehistóricas. En definitiva, Burdeos es un destino que cautiva a todos aquellos que buscan sumergirse en la auténtica cultura francesa, disfrutar de su rica historia y deleitarse con su exquisita gastronomía y sus excelentes vinos. Es un lugar donde el lujo y la sofisticación se funden con la tradición y la autenticidad, creando una experiencia única e inolvidable.Uno de los aspectos más cautivadores de Burdeos es su atmósfera relajada y su ritmo de vida pausado. A pesar de ser una ciudad de considerable tamaño, Burdeos conserva un encanto pueblerino que invita a deambular sin rumbo por sus calles, descubriendo rincones escondidos y disfrutando de la calidez de sus habitantes. Los amantes de la naturaleza también encontrarán en Burdeos un verdadero paraíso. A tan solo unos kilómetros de la ciudad se extienden los vastos viñedos de la región, ofreciendo paisajes idílicos de hileras interminables de vides salpicadas de imponentes châteaux. Pasear por estos parajes es una experiencia verdaderamente única, especialmente durante la vendimia, cuando el aire se impregna del aroma de las uvas maduras. Para los amantes del lujo y el buen vivir, Burdeos ofrece una amplia gama de opciones. Desde lujosos hoteles de cinco estrellas hasta exclusivos spas y centros de bienestar, la ciudad es un verdadero oasis de relajación y sofisticación. Y, por supuesto, no hay que olvidar las numerosas boutiques y tiendas de diseño que salpican las calles del centro histórico, ofreciendo una experiencia de compras verdaderamente única. En definitiva, Burdeos es un destino que seduce a todos aquellos que buscan sumergirse en la auténtica cultura francesa, disfrutar de su rica historia y deleitarse con su exquisita gastronomía y sus excelentes vinos. Es un lugar donde el lujo y la sofisticación se funden con la tradición y la autenticidad, creando una experiencia única e inolvidable que cautivará a los viajeros más exigentes.

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Freya Stark: La intrépida exploradora que desafió las fronteras

Freya Stark, una mujer que desafió las convenciones de su época y se convirtió en una de las viajeras y escritoras más audaces y fascinantes del siglo XX. Nacida en París en 1893, su vida estuvo marcada por una insaciable curiosidad y un espíritu aventurero que la llevó a explorar algunos de los rincones más remotos y misteriosos del mundo. Su infancia transcurrió en una familia acomodada, pero su anhelo de conocer nuevos horizontes la impulsó a estudiar árabe y persa en la Universidad de Londres. Fue allí donde forjó su pasión por Oriente Medio, una región que cautivó su imaginación y que se convertiría en el escenario de sus extraordinarios viajes. En 1927, Stark emprendió su primera gran aventura al viajar a Líbano, Siria y Palestina. Este viaje sentó las bases de su carrera como escritora de viajes y la introdujo en un mundo de culturas antiguas, paisajes deslumbrantes y gentes fascinantes. Sus relatos cautivadores, imbuidos de una prosa elegante y una mirada perspicaz, pronto la convirtieron en una voz respetada en el género de la literatura de viajes. Pero Stark no se conformó con ser una simple espectadora. Su espíritu inquieto la llevó a adentrarse en territorios inexplorados, desafiando las convenciones sociales y los peligros inherentes a viajar como mujer en solitario en aquella época. En 1931, emprendió una épica travesía a través del desierto del Neguev, convirtiéndose en una de las primeras mujeres occidentales en recorrer esa región inhóspita. Su hazaña más audaz llegaría en 1935, cuando se adentró en el remoto valle del Jazmuriat, en el corazón de Irán. Allí, Stark se sumergió en las tradiciones de las tribus nómadas y descubrió una forma de vida que apenas había cambiado en siglos. Su relato de este viaje, The Valley of the Assassins, se convirtió en un clásico de la literatura de viajes y la consagró como una de las exploradoras más intrépidas de su tiempo. Pero Stark no solo fue una viajera incansable, sino también una observadora aguda de las culturas que visitaba. Sus libros están impregnados de una profunda comprensión y respeto por las tradiciones y costumbres de los pueblos que conoció. Fue capaz de ganarse la confianza de líderes tribales y acceder a lugares vedados para la mayoría de los extranjeros. Durante la Segunda Guerra Mundial, Stark puso sus habilidades lingüísticas y su conocimiento de Oriente Medio al servicio del gobierno británico, trabajando como agente secreta en el Medio Oriente. Esta experiencia le proporcionó una perspectiva única sobre la región y alimentó su fascinación por la historia y la política de la zona. Después de la guerra, Stark reanudó sus viajes, explorando regiones tan remotas como el Yemen, Afganistán y Pakistán. Su capacidad para adaptarse a las condiciones más duras y su determinación inquebrantable la convirtieron en una figura legendaria en el mundo de los viajes. Más allá de sus hazañas físicas, Stark dejó un legado duradero en la forma de sus escritos. Sus libros, como The Southern Gates of Arabia, Dust in the Lion’s Paw y A Winter in Arabia, son verdaderas obras maestras de la literatura de viajes, combinando observaciones agudas, descripciones vívidas y una prosa cautivadora.Freya Stark no solo fue una viajera incansable, sino también una mujer de una fuerza y determinación extraordinarias. A pesar de las dificultades y los peligros que enfrentó en sus viajes, nunca se dejó intimidar por las adversidades. Su valentía y su capacidad para superar obstáculos la convirtieron en un verdadero icono de la exploración femenina. Uno de los aspectos más fascinantes de Stark fue su habilidad para sumergirse por completo en las culturas que visitaba. No era una simple turista que pasaba por alto, sino una observadora atenta y respetuosa de las tradiciones y costumbres locales. Su conocimiento del árabe y el persa le permitió comunicarse directamente con la gente y ganarse su confianza, lo que le abrió puertas que permanecían cerradas para la mayoría de los viajeros occidentales. Stark tenía un don para capturar la esencia de los lugares que visitaba en sus escritos. Sus descripciones detalladas de los paisajes, las ciudades y las personas que encontró en su camino transportan al lector a esos mundos lejanos y exóticos. Pero más allá de las descripciones físicas, Stark también logró transmitir la atmósfera y el espíritu de esos lugares, ofreciendo una mirada profunda y perspicaz sobre las culturas que exploró. Uno de los aspectos más cautivadores de los relatos de Stark es su capacidad para encontrar belleza y maravilla en los lugares más inesperados. Ya fuera en las ruinas de una antigua ciudad o en las dunas interminables del desierto, Stark siempre encontraba algo que la fascinaba y la inspiraba. Su sentido de la aventura y su curiosidad insaciable la llevaron a explorar rincones olvidados del mundo, revelando tesoros ocultos a sus lectores. Además de ser una viajera y escritora excepcional, Stark también fue una mujer adelantada a su tiempo. En una época en la que las mujeres occidentales rara vez se aventuraban fuera de su entorno familiar, Stark desafió las convenciones sociales y demostró que una mujer podía ser tan intrépida y aventurera como cualquier hombre. Su legado ha inspirado a generaciones de viajeros y escritores, tanto hombres como mujeres, a seguir sus pasos y explorar los rincones más remotos del mundo. Sus libros siguen siendo leídos y admirados por su prosa cautivadora y su capacidad para transportar al lector a lugares lejanos y fascinantes. En resumen, Freya Stark fue una mujer extraordinaria que dejó una huella indeleble en el mundo de los viajes y la literatura. Su coraje, su determinación y su pasión por la exploración la convirtieron en una verdadera pionera, abriendo caminos y desafiando los límites de lo que se consideraba posible para una mujer en su época. Su legado perdurará como una inspiración para todos aquellos que ansían descubrir los secretos del mundo y sumergirse en las culturas más fascinantes y diversas.

Head & shoulders portrait of Wilfred Thesiger

Wilfred Thesiger: El último nómada del desierto

El aventurero y escritor británico Wilfred Thesiger es una figura fascinante en la historia de los viajes y la exploración. Nacido en 1910 en una familia adinerada de Addis Abeba, Etiopía, Thesiger pasó su infancia en el exótico Medio Oriente, donde su padre trabajaba como diplomático británico. Esta exposición temprana a culturas extrañas y remotas sembró en él una sed insaciable de aventura y un profundo respeto por los pueblos nómadas del desierto. Después de estudiar en Eton y Oxford, Thesiger rechazó la vida cómoda que le esperaba y se embarcó en una serie de expediciones épicas a través de algunas de las regiones más inhóspitas del mundo. En 1945, a la edad de 35 años, Thesiger cruzó el desierto del Rubʿ al-Jali, uno de los desiertos de arena más grandes del mundo, ubicado en la península arábiga. Esta hazaña, que requirió dos años de preparación y cinco meses de viaje extenuante, lo convirtió en el primer europeo en cruzar este desierto. Thesiger viajó con un grupo de beduinos, aprendiendo sus formas de vida y ganándose su confianza. Vivió como ellos, vistiendo sus ropas, comiendo su comida y adoptando sus costumbres. Esta inmersión total en la cultura beduina le permitió documentar de manera única su estilo de vida nómada, que pronto se extinguiría debido a la modernización y la sedentarización forzada.Sus experiencias en el Rubʿ al-Jali se relatan en su aclamado libro Arabian Sands (1959), una obra maestra del género de literatura de viajes que captura la belleza austera y el peligro del desierto con una prosa lírica y evocadora. El libro fue un éxito instantáneo y estableció a Thesiger como uno de los grandes escritores de viajes del siglo XX. Pero Thesiger no se detuvo ahí. En 1951, emprendió otra expedición épica, esta vez al remoto y casi inexplorado Awash River en Etiopía. Durante dos años, Thesiger y su equipo lucharon contra las inclemencias del clima, las enfermedades y los peligros de la vida salvaje mientras seguían el curso del río a través de una de las regiones más inhóspitas de África. Esta expedición, detallada en su libro The Marsh Arabs (1964), lo llevó a vivir con los marsh arabs, una tribu nómada que habitaba las ciénagas del sur de Irak. Thesiger quedó cautivado por su estilo de vida primitivo y su conexión armoniosa con la naturaleza. Pasó varios años viviendo con ellos, documentando su cultura y tradiciones antes de que fueran barridas por la modernización. Su retrato íntimo y respetuoso de este pueblo poco conocido es considerado uno de los mejores ejemplos de la literatura etnográfica del siglo XX. Además de sus hazañas en el desierto y las ciénagas, Thesiger también realizó expediciones a las remotas regiones montañosas de Afganistán y el Kurdistan iraquí. En estos viajes, se sumergió en las culturas nómadas de los pueblos pastores, viviendo con ellos y registrando sus formas de vida tradicionales antes de que fueran alteradas por las fuerzas de la modernidad.A lo largo de su vida, Thesiger fue un defensor apasionado de los pueblos nómadas y un crítico mordaz de la modernización desenfrenada que amenazaba sus formas de vida ancestrales. Veía en estos grupos nómadas una conexión profunda con la tierra y una sabiduría antigua que se estaba perdiendo rápidamente en el mundo moderno. Sus libros no solo documentan estas culturas en peligro de extinción, sino que también celebran su belleza, su resistencia y su armonía con la naturaleza. Thesiger fue reconocido con numerosos honores y premios por su trabajo, incluyendo la Medalla de Oro de la Royal Geographical Society en 1968 y el prestigioso Premio Fundadores de la misma sociedad en 1979. Fue nombrado Caballero en 1995, en reconocimiento a su contribución a la literatura de viajes y la comprensión intercultural. Más allá de sus logros literarios y exploratorios, Thesiger fue un hombre de principios inquebrantables y una personalidad cautivadora. Su amor por la vida nómada y su desprecio por las comodidades modernas lo llevaron a vivir gran parte de su vida en tiendas de campaña o casas rudimentarias, incluso después de que su fama y riqueza le permitieran vivir de manera más lujosa. Hasta el final de su vida, mantuvo un estilo de vida espartano y un compromiso inquebrantable con sus ideales. La vida y los escritos de Wilfred Thesiger representan una ventana a un mundo que ya no existe, un tributo a las culturas nómadas que una vez recorrieron libremente los desiertos y las montañas del mundo. Sus relatos cautivadores y su respeto por estas formas de vida amenazadas han inspirado a generaciones de viajeros y aventureros a seguir sus pasos y a explorar los rincones más remotos del planeta antes de que sean barridos por la marea de la modernidad.